La vihuela nunca llegó hasta aquí, de haberlo hecho hubiésemos saboreado su milagro. Esquiva se escondió en los patios del Valle, en los búcaros de luz que albergan belleza igual que nosotros escupimos trabajo. La cosa muerta desgarra nuestro rostro. Adherida a nuestra retina levanta taludes.
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Las monedas afilan su óxido sobre los templos, impotentes cual dibujos arrepentidos que se quedan en la punta del lápiz. Plazas devoradas por alfileres. Negarlas sería como tropezar con una manada de lobos y ponerse a tocar la flauta.
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los nombres y la vida
Hola Lucía. Estuve de vacaciones y no ví este post. Muchas gracias. Curiosa la selección que está haciendo la gente de los distintos poemas del libro. Te mando un abrazo solidario.
ResponderEliminarAcabo de regresar de vacaciones Ernesto, creo que a veces nos reconocemos a través de la mirada ajena aunque en un principio nos deje un poco descolocados, al menos a mí me ha pasado, otro abrazo solidario para ti
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