domingo, 15 de abril de 2012

Otra posibilidad: hacia una nueva convergencia o disyunción polar, el acceso libre a todo material: bibliográfico, audiovisual, sonoro..., fuera de la profesionalización



Esta propuesta de ninguna manera surge por oposición a la profesionalización, ni quisiera que sonase panfletaria ni definitiva. No puedo evitarla porque nace de múltiples reflexiones sobre lo que está ocurriendo, de una necesidad vital y de las trabas con las que me estoy encontrando, con las que muchos llevarán tiempo encontrándose.



Cuando una mayoría ya es consciente del enquistamiento en el mercantilismo de la mayor parte de las disciplinas, preocupante llega a ser en el mundo del arte, sin que las personas o instituciones que figuran en lo público o en las instancias más elevadas consigan en muchos casos ni un discurso que profundice o lo desee y, menos aún pautas que nos deriven hacia una salida u otras realidades posibles. Es necesario que las personas que quieren tener acceso a cualquier tipo de material porque necesitan conocer fuera del material disponible, tanto porque esta situación les está frenando en su desarrollo personal como en su capacidad de interacción con el resto, que van descubriendo más lucidez en modestas propuestas no lucrativas e información que les lleva de manera vectorial a nuevas inquietudes, generando de esta manera una red de estímulos más eficaz y con probabilidades de aportar nuevas soluciones.



Entiendo indispensable que el material al que me refiero esté disponible para los investigadores que por regla general alcanzarán un nivel más elevado, requerido por la profesionalización y la vocación o espíritu del investigador en particular. Pero no vamos a negar que cada vez más personas que no buscan esa profesionalización se ven abocadas a la frustración de su pulsión o necesidad vital que en la mayor parte de los casos puede nacer de la ausencia de respuestas reconocibles como válidas a su alrededor y, decide por sí misma nuevos planteamientos y su resolución personal, siendo consciente de que si esto se vuelca o trasciende aunque sea a un espacio muy limitado o de mínima repercusión puede dar lugar a una limitada concienciación o interacción que asumiendo los fracasos nos faciliten nuevas opciones, al menos honestas, que no se vean limitadas por los circuitos comerciales.



No es que sea muy asidua a las Bibliotecas, aunque vivir en Madrid me permite tener acceso a muchas que cuentan con un material de incalculable valor y, por esa razón también lamento que todo este material no esté disponible en formato digital para todo el mundo, el que no dispone de tiempo material para el desplazamiento o para los que viven en el resto de ciudades en las que no es posible disponer del mismo. Sería posible por el pago de unas tasas y el acceso a través de una clave. No me importa el control si éste me permite el acceso. Por propia experiencia he observado cambios antes y después del verano de 2011, cambios en sentido restrictivo en una Biblioteca especializada, fue una sorpresa desagradable encontrarme libros que ni siquiera podríamos definir de “especializados”, sin ningún formato especial o de edición limitada, sino simplemente lo que vendríamos a llamar “libros descatalogados”, estaban catalogados como “material especial” (aunque podemos encontrarnos con otras denominaciones) y, si nos referimos a libros de edición limitada o editados especialmente para una exposición, o por una circunstancia concreta por medio de subvenciones públicas y aportaciones privadas que no ha sido editado para su distribución en el mercado, entre otros libros y material que por diferentes criterios constituyen un cajón desastre, creo recordar que se le daba el nombre de “Reserva”; en ambos casos se solicitaba la cumplimentación de un formulario para su préstamo en sala, respecto de los primeros se permitía hacer fotocopias previo pago de unas tasas, en relación a los segundos no se permitía la reproducción, lo más lamentable vino después cuando como si de un delincuente me tratase tuve que hacer uso de los libros en la mesa inmediata más cercana a la de los bibliotecarios, de frente a ellos, en una especie de sistema policial o institucional asfixiante, a lo que se sumo la sorpresa, no menos grata, de que si pides varios libros o material, no te entregan todos los disponibles, sino que sólo los facilitan de uno en uno, con el requisito de la previa entrega del anterior, algo desolador para mí por todo este sistema enrarecido, en particular porque a veces me gusta buscar en más de un libro o material a la vez o comparar, sintiéndolo como un freno o un obstáculo insalvable, al que no están sometidos los investigadores, cuando ni siquiera mi fin es lucrativo ni rentable como mucho divulgativo o reflexivo, prioridades tan acuciantes en este momento. Es por esta situación que considero muy grave en cuanto a la inaccesibilidad al particular de cualquier tipo de material especial, lo que me obliga a escribir y porque sé que es una solución igual de viable que el resto y que no es aplazable por más tiempo. Hay una comunidad que desea conocer y pensar sobre una masa informe y sin expectativas que está dejando de interesar incluso en círculos más amplios, la queja debería ser ya lo último: la motivación.





*”Disyunción polar”: término descontextualizado que utiliza Julián Marías en su obra: “La mujer en el siglo XX”. Alianza Editorial.

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