Dijo todo, todo había quedado dicho
bajo una escrupulosa vigilia de nuevo
su ironía
pero todo el sentido de lo que conoce
como todo
se encontraba allí despiezado
bajo formas más o menos grotescas
cortes cercanos a una macabra precisión
o a una metódica absorta ausencia
sentada sobre la líquida abstracción
misma podía hacerse una idea
del óbice que se adelanta y mira
persiguiendo en el agujero
todo, aquello que estaba en sus manos y
en las de los demás
lo repitió era una frase en un
cuaderno infantil: todo
lo examinó, lo celó convertida en una
idea sin medida
agazapada
ante una pequeña puerta
preparada para un inminente derribo
antes
de terminar con ella
pero quién puede desear el fin a quien
nada guardó
todo lo que le fue posible contar
lo hizo desde el momento cero
sin añadir una coma que ajustase un
silencio o una pausa
no era posible librar tantas nadas
el silencio se endurece es una lengua
de metal
las dudas por insoportables se adhieren
son llagas
úlceras hermosas como el espanto de
una trasgresión, aunque no es real
deja de serlo
vuelve a su forma primera y reconoces
de nuevo tu piel
nada seduce a cambio de nada
el riesgo se toma el tiempo necesario
para el riesgo
que lo transfigura todo y todo lo hace
y todo lo dice y desciende a los pies
de todo
de aquello que se rompe en el asfalto
revuelta hasta las rodillas
huele a arena
a arena mojada
-es una hermosa caligrafía.-se apunta
-no, pero no lo dice todo
-”es todo”, sigue el pulso de la
caligrafía de su deseo de ir simplificando hacia el centro, la
ruptura del ruido, la disonancia del silencio contenida, algo que
supera mi propio alcance físico.
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